Colombia: 4 de febrero Celebración Eucarística Apertura del Jubileo de Fundación






































Crónica de la llegada de las hermanas a Colombia y los primeros inicios.

   Queremos aquí relatar un poco los proyectos de Dios sobre el carisma de la Misericordia en este país de Colombia.  Dios se sirve de instrumentos  sencillos, valiéndose  de la iniciativa de las hermanas de Argentina para venir a fundar a Colombia.

   Nos cuenta sor Teresa Capua, una de las hermanas argentinas, que estuvo muchos años aquí en Colombia,  y que fue testigo de la iniciativa de venir a fundar a Colombia; ella se encontraba asistiendo a un curso formativo en Argentina, y allí también había un sacerdote colombiano, y le dijo lo siguiente: Hermana vayan a fundar una casa en Colombia, posiblemente tendrán muchas vocaciones, él le hablaba con gran entusiasmo y desde su propia experiencia como promotor vocacional, ya que sabía del florecimiento vocacional que había surgido en la juventud colombiana.

   Nos sigue contando Sor Teresa: El diálogo que sostuve con aquel padre despertó profundamente de mí un gran interés por conocer y trabajar en Colombia. Contagiada  por el entusiasmo del padre y creyendo haber vislumbrado LA TIERRA PROMETIDA que nos daría muchas vocaciones, llegué a la comunidad y comuniqué inmediatamente la buena noticia a la superiora provincial Alfonsina Ruiz, ella me escuchó con atención y me prometió que lo pensaría. Desde  ese momento no se apartó de mi mente y de mi corazón el deseo de iniciar una fundación en Colombia, mi ilusión crecía cada día y trataba de inyectar en la comunidad los mismos sentimientos.

   En el año de 1968, fui elegida para conformar una comisión preparatoria capítulo general, en Roma, comprendí que había llegado el momento de transmitir personalmente a la reverenda madre general Josefina Calvi este anhelo de fundar la casa en Colombia. Comentándole el motivo principal que nos movía a ello. En marzo de ese año y encontrándome  en Roma dialogué con la reverenda madre sobre nuestro proyecto, ella me respondió vivamente “y que esperan para ir a fundarla, verán que cuando lleguemos nosotras se habrán acabado las vocaciones” esa respuesta colmó mi corazón de alegría, Dios quiere esa fundación, pensé conmovida. Deberíamos apresurarnos de lo contrario llegaríamos tarde a esa tierra de promisión. 

   De regreso a Buenos Aires, con la respuesta positiva de nuestra madre general se comenzó seriamente sobre la posibilidad de la fundación, el Señor empezaba lentamente a realizar su obra iluminando el camino.
Una hermosa noche reunidas en alegre recreación, llegó a compartir con nosotras un sacerdote anciano y enfermo que era huésped de nuestras hermanas, en su época de misionero había trabajado un largo tiempo en Medellín, Colombia y comenzó a contarnos maravillas de esa tierra en donde había vivido ricas experiencias, es de imaginar que después de escucharlo creció aún más nuestro entusiasmo.  Sí, el Señor Jesús preparaba el camino a través de estos encuentros provinciales.

   Y así fue como el día 24 de octubre 1968 fiesta de Cristo Rey, hace 50 años, las hermanas Sor Querubina Rafaelli y Sor Lidia Do Santo, animadas por el espíritu de servicio y de amor a nuestros hermanos enfermos, generosamente dejaban todo: los seres queridos, el apostolado, la comunidad y la nación,  para  dirigirse hacia lo incierto, hacia lo desconocido lo hacían con una profunda paz interior; así es como llegan desde Argentina por primera vez  las hermanas a nuestra  tierra colombiana. 

   Al llegar a Colombia fueron acogidas por los reverendos padres camilos que estaban a la espera de ellas para cogerlas y para ayudarles en estos difíciles comienzos, de igual manera estuvieron muy cercanas a ellas,  las hermanas de la presentación, quienes las hospedaron por algún tiempo. La primera parte  donde las hermanas llegaron a trabajar fue en la parroquia la Epifanía en bello. Esta parroquia apenas se estaba construyendo y era precisamente un ranchito más de tantos, las hermanas quedaron profundamente conmovidas de ver tanta pobreza, recordaron el establo de Belén y cayendo de rodillas ante el Sagrario exclamaron aquí nos quedamos.

   Aquí en esta parroquia o mejor en este barrio aunque las hermanas eran extrañas a los ojos de la gente sencilla y humilde que vivía en estas vecindades, la gente las comenzó a querer y apreciar y también ayudarlas. Así es Cómo comienzan a llegar algunas vecinas que también en medio de la pobreza que vivían ellas comienzan a compartir con las hermanas aquello poco que ellas tienen, con gran humildad evangélica y sencillez quisieron compartir unos vasos, unos platos, una olla, hasta cortinas para las ventanas. Los Hermanas quedaron muy asombradas, no tenían palabras para expresar aquello que ellas sentían de la emoción; para las hermanas eran unos dones muy preciosos de los pobres los amados del Señor, y ellas se sentían inmensamente felices de ver la alegría con que la gente las comenzaba a acoger en este barrio tan pobre.

   La labor que hicieron las hermanas en esta primera misión fue: la atención a los enfermos a domicilio, atención de un dispensario, catequesis, trabajo vocacional, atención espiritual y física de varios ancianos y llegaron a fundar un pequeño asilo. Las hermanas vivieron en su propia carne las angustias y sufrimientos de aquellos a quienes ellas ansiaban aliviar, curar y consolar de tanta indigencia.
Así de esta llegada tan prodigiosa e inesperada de estas hermanas a tierra colombiana con unos comienzos muy difíciles y arduos, pero acompañado de un gran espíritu de fe y alegría con la ilusión de sembrar en esta tierra el carisma de la misericordia, heredado de San Camilo y transmitido por nuestros beatos fundadores, estas hermanas iniciaron la misión y nosotras después de 50 años de historia, somos testigos de este patrimonio espiritual y material que ellas nos han dejado. 

   Son 50 años donde se ha querido buscar de hacer el bien según lo mandado por el Señor desde el Santo Evangelio, con mucha alegría y empeño continuamos de nos esforzamos por seguir siendo para con nuestros amos y señores, esas madres que curan de su único hijo enfermo; a lo largo de estos 50 años hemos pedido podido experimentar como  la providencia de Dios nunca ha abandonado a este pequeño rebaño, hoy la presencia de las hermanas se encuentra en Bogotá, Huila y Medellín;  5 casas donde se busca de seguir siendo esos profetas de la Misericordia en el mundo de sufrimiento

    Damos infinitas gracias al Señor, quién valiéndose de la fragilidad de sus hijas ha hecho posible que su obra continúe superando obstáculos y dificultades, hoy podemos cantar las maravillas que el  Señor ha obrado en este instituto aquí en nuestra patria.  

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